martes, 9 de julio de 2013

Leyenda del Lago Lolog
Hace muchísimo tiempo, donde hoy se halla el Lago Lolog, había un lago muy pequeño rodeado por menucos y pantanos. Lo llamban Paila Có (agua tranquila) por la serenidad que siempre reinaba en él. Cerca de allí vivía una familia mapuche que tenía una hermosa hija que acostumbraba peinarse todos los días a la orilla del laguito.
Sucedió que una fresca mañana de otoño la jóven escuchó una voz que la llamaba desde el lago: – soy un joven rey y estoy solo en mis dominios, si vienes conmigo serás una reina rica y feliz.
La niña, hechizada, decidió seguir al joven de relucientes vestiduras y voz cautivante sin escuchar los gritos y ruegos de sus padres que la llamaban para que no los abandonara.
Después de un año de lo acaecido, la jóven apareció en la ruca (casa) de sus queridos padres ataviada con ricos vestidos y joyas de oro y plata. – ¡No estén tristes! – les dijo – Yo soy feliz y cada año vendré a verlos, pues lo único que me falta es el cariño de ustedes. Ahora tengo que irme.
El padre desesperado, tomó fuertemente a su hija para impedir su partida, diciéndole- ¡ No te dejaré ir sin nosotros, eres nuestra única hija!
De repente, se escuchó un fuerte temblor y un viento huracanado se llevó a la muchacha. Al mismo tiempo, la ruca fue uniéndose al menuco junto a los angustiados padres.
El lago se fue agrandando hasta llegar a lo que hoy es el Lolog. Allí en el fondo están aún viviendo felices, con su hija de larga cabellera y el joven rey.
Cuentan los pobladores más antiguos, que en los días muy calmos se puede observar a través de las profundas aguas transparentes, la vieja Ruca y sus felices moradores.
Y que si alguna vez, añorando su querida tierra verde, suben a la superficie para recordar, el lago se estremece y se desencadenan tormentas que sacuden las tranquilas aguas.
Nadie se atreve a acercarse al Lolog y menos navegar por sus aguas.














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